martes, 13 de julio de 2010

A PROPOSITO DEL AMOR POR LOS HIJOS...

… que muchos de mis amigos y compañeros dicen que aun no conozco porque no he tenido mi primer hijo, me gusta y me regocijo en la teoría planteada por el maestro “Heri”: Desde el momento de la concepción comienzan a amarse con el alma. Durante los primeros meses son simbiontes de la Madre, con ella son un solo ser, como lo fueron durante la gestación; y el amor por ellos crece.
En la medida en que toman conciencia del mundo que los rodea y de su propia existencia, de su propio yo, empiezan manifestar su propio espíritu que quiere volar y ser libre. Sin embargo, y durante toda su niñez, adolescencia y juventud, existe la responsabilidad paterna de hacer de ellos unas personas desarrolladas en lo físico, en lo moral, en lo espiritual y en lo académico; como la base para generar su propio vuelo y garantizar su supervivencia en el medio en que le toco nacer y vivir; y nuestro amor sigue creciendo. Si hablamos de edad, esto termina aproximadamente a los 18 años, momento en el cual legalmente también empiezan a considerarse adultos. Y se siguen amando con todo el alma.
A partir de este momento, y por el bien de la convivencia, debemos empezar a considerarlos nuestros hermanos; es decir el grupo familiar cambia de ser. protectores y protegidos, a un solo grupo de personas adultas que velan por el bienestar del grupo familiar, con la delegación de roles, funciones, tareas, deberes y derechos que cualquier sociedad impone para su desarrollo y bienestar. En este momento los hijos se convierten en socios y como tales deben aportar al grupo, como lo hacen los padres, hasta el momento en que decidan que disuelven esta sociedad familiar e inician otros procesos con plena libertad.
De la teoría debo resaltar algunos aspectos:
1. El amor por los hijos no acaba jamás. Pero la protección que se brindó al niño no puede trascender la adultez. No quiero decir que se dejen de amar, o se dejen de proteger, sino que no se manifieste la tan “castradora” sobreprotección. Aunque utilizó este término tan fuerte me parece que es el más descriptivo de lo que realmente pasa con la sobreprotección de los hijos: No les deja crecer las alas, no permite que tomen herramientas para enfrentar solos la vida y su propio destino.
2. Los hijos no se han engendrado para que se queden con los padres, “acompañándolos en su vejez”, ni para que sean su soporte económico, moral o físico… Los hijos se engendran para hacer de ellos personas de bien y para que más temprano que tarde, después de adquirir las herramientas, alcen el vuelo y enfrente su propio camino, sin esperar más la protección paterna, pero siempre llenos de amor hacia ellos.
3. Que tan importante es poner espacio entre los padres y los nuevos hogares de los hijos… No es bueno que conformen sus nuevas familias en los entornos y en los espacios paternos. No es bueno que exista influencia ni desde ni hacia el hogar paterno de forma permanente, continua, en la cotidianidad de la vida. La única relación que debe existir es la del contacto físico esporádico que dé la oportunidad de manifestarnos el amor existente.
4. Los nietos son nietos, no son nuevos hijos!!!! Vemos permanentemente como los matrimonios modernos en los cuales ambos padres requieren trabajar delegan la crianza y cuidado de sus hijos a sus propios padres. Y eso no está bien.
Puedo parecer extremo en mis apreciaciones, pero eso lo hago conscientemente, porque de no seguirlas, de hacer lo contrario a lo planteado, es muy común que se deterioren las relaciones de los miembros del grupo familiar, y eso si que es totalmente común en nuestra sociedad.
Vemos hijos que serán eternamente adolescentes, así cumplan ochenta años, dependientes de sus padres en todo… hijos que no saben hacer ningún oficio casero… hijos que no saben salir solos a ningún lado… hijos que no se relacionan con el sexo opuesto por el miedo de sus padres a que se marchen del hogar… hijos que no aportan económicamente al sostenimiento del grupo… hombres y mujeres sin alas, pobres de espíritu, sin ideales, sin metas, totalmente y absolutamente pobres, subdesarrollados, castrados!!!!!
Es común ver familias llenas de conflictos porque albergan en su interior a otros grupos familiares y personas incapaces de superase por si mismas. Eso no es calidad de vida.
Quizás aun no experimento el real amor por los hijos (aunque ya me derrite la ternura por mi niña próxima a nacer), pero los amaré y los criaré bajo estas premisas porque quiero el mejor bienestar para mí, para mi esposa y para ellos.
Amemos a nuestros hijos con el alma, y respetemos sus propios procesos evolutivos, su propio crecimiento y trascendencia.
Los amo a todos, los considero mis hermanos en este largo y tortuoso camino del crecimiento y la trascendencia espiritual.

JAIME A.

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